Conciencia Animal

UN CUENTO COTIDIANO Y COMÚN, DONDE SE DESCUBRE TU YO INTERNO.

Cuando adoptamos a Nina creímos que todo sería perfecto; ¿por qué no? Era una hermosa perra criolla de 2 años aproximadamente, tenía orejas de labrador y el negro de su pelaje contrastaba con su irregular pecho y guantes blancos. Pensamos haberla escogido, pero hay una creencia de que son ellos los que nos eligen. Creencia que día a día me convence más.
No habían transcurrido 30 días de su llegada a casa, cuando Nina ya se las había ingeniado en 4 ocasiones para burlar los barrotes y todo tipo de barda provisional que adaptamos en el patio trasero. Estas fugas la hacían trasladarse de una colonia a otra en muy poco tiempo, pero siempre una especie de ángel se interponía en su camino y se apiadaba de su carita, marcándonos al celular que aún tiene al reverso de la placa que le cuelga de su cuello. Cada vez, asustados salíamos despavoridos de juntas de trabajo o compromisos, en su búsqueda. Yo, a pesar de lo que me había encariñado, empezaba a creer que Nina no era feliz a nuestro lado y que lo indicado era regresarla al refugio de adopción antes de que terminara atropellada o en manos de alguna persona irresponsable.
Pero de pronto dejó de escaparse, empezó a reconocernos como familia y a entender que su techo era ahora más seguro que las calles donde había crecido, poco a poco se cedió a las muestras de afecto especialmente de su mamá adoptiva; caricias, abrazos, besos.
Entendió el acuerdo de no escapar, a cambio de paseos 3 veces al día, comida segura y un refugio caliente era lo mejor para todos.
Pero ahora otro gran desafío se presentaba: durante los subsecuentes dos años de su adopción, había enfermado constantemente. Los doctores la revisaban cada vez que recaía y nos decían que tenía problemas gástricos severos y tendríamos que darle medicamento de por vida.
Desde entonces hasta hoy, se le administran periódicamente medicamentos que le hacen mejorar por lapsos considerablemente largos. Después empieza otra vez a recaer y hay que suministrarle nuevamente la medicina. Pero las recaídas de Nina no sólo dependen de factores internos como su frágil aparato gástrico o de aquellas ocasiones en que se llega a comer algún hueso o desperdicio putrefacto en el parque sin que yo logre alcanzarla para arrancárselo de su hocico, también depende de factores externos, pues hoy a sus 4 años de edad, ha padecido a mi lado, mudanzas, viajes (que disfruta pero también la estresan), separaciones, rupturas emocionales, pérdida de seres queridos, donde he constatado que un perro sufre de las mismas emociones que un humano.
Lo que puedo reconocer en ella es que aquí está al pie del cañón. Dispuesta a enfrentar lo que depara el día. Siempre a mi lado, en las buenas y en las malas.
¿Qué es lo verdaderamente malo de la adopción? Me lo he preguntado continuamente en este tiempo al lado de mi compañera de vida.
El lado oscuro no es que tu perro adoptado resulte enfermizo, no son los costos de medicinas, consultas, vacunas, alimentos. No es el riesgo de que desee escaparse.
El lado oscuro es:
Darte cuenta de lo mucho que lo amas y lo que sufrirías si lo perdieras, tanto por extravío como por muerte. Sufrir con el mientras está enfermo. Pero aún peor, el auténtico lado oscuro de la adopción es descubrir y reconocer en nosotros mismos y dentro de nuestra imperfecta condición humana, algunos defectos.
Impaciencia, intolerancia y hasta crueldad cuando la gente los golpea o castiga por hacer alguna travesura clásica de su especie, como morder los zapatos, ladrar, etc.
El lado oscuro es la incapacidad para continuar con un compromiso que adquirimos para proteger "de por vida" a un ser vivo que necesita de nuestros cuidados.
Abandono de estos seres por miedo a continuar afrontando la situación que nos exigen las circunstancias. El lado oscuro de la adopción es no atreverse a reconocer que tu hijo que tan entusiasmado estaba por adquirir un cachorro en Navidad o su cumpleaños, no es tan responsable como lo prometió.
El verdadero lado oscuro de la adopción es cuando reconoces en tu interior que ese compromiso que te hiciste de proteger a ese perrito, se va diluyendo con el tiempo. Primero lo sacabas todos los días al parque y los fines de semana al bosque, y poco a poco lo fuiste abandonando hasta que sin darte cuenta hoy está en un gran jardín sólo todo el día. Ni idea tenemos de la depresión en la que caen.
El lado oscuro es cuando no reconocemos que quisimos adoptar un animal, pese a que estábamos concientes de los cambios o proyectos personales que se tenían planeados a mediano y largo plazo (departamento mas pequeño, cambio de ciudad o país, hijos), donde sabíamos que probablemente tendríamos que deshacernos de la "mascota".
El lado oscuro de la adopción es ver nuestra propia incongruencia de decir y hacer lo opuesto, de nuestras carencias o debilidades , de nuestras incapacidades para cumplir acuerdos, de cómo podemos olvidar, traicionar, abandonar, lastimar, descuidar o fallar a quien tanto amor y compañía ofreció por nosotros de manera incondicional.
A la hora de adoptar, debes estar consciente de arriesgarte a conocer ese lado oscuro de tu propia humanidad y aprender a reconocerlo, pero sobre todo a rectificar en el camino o mejor decidir no adoptar. Esta decisión a veces suena fuerte pero es más honesta que ocultar ese lado oscuro.
Adopta y aprende a conocerte. Aprovecha la oportunidad que esto te da para que en el espejo de tu perro, logres ser una mejor persona.